compré boleto sudeste asiático

Compré Boleto al Sudeste Asiático: Un Paso Hacia Mis Sueños

Con todo el miedo del mundo y los nervios a flor de piel, finalmente compré mi boleto de avión al Sudeste Asiático. Aún me cuesta creerlo. Por tanto tiempo lo pospuse, encontrando excusas para retrasarlo. Que no era el momento, que podía ahorrar un poco más, que tal vez era demasiado arriesgado. Pero en el fondo sabía que todo eso era solo una forma de disfrazar mi miedo.

Porque sí, tenía miedo. Un miedo inmenso. No es un viaje corto ni una escapada de fin de semana. Es un viaje largo, sin fecha de regreso. Implica dejarlo todo atrás, soltar la estabilidad que conozco y lanzarme al vacío de lo desconocido. Pero a pesar de todo, lo hice. Porque si hay algo que mi madre me enseñó desde niño, es a seguir mis sueños y nunca olvidarlos.

Y es que la gente suele olvidarlos. Se convencen de que eran sueños tontos, de que no tienen tiempo ni dinero, de que ya no es el momento adecuado. Les da miedo intentarlo o simplemente prefieren quedarse en su zona de confort. Yo también he pasado por esos pensamientos, pero nunca me ha cruzado por la cabeza abandonar aquello que me hace sentir vivo. Aquello que de niño imaginaba hacer cuando fuera grande.

Me prometí a mí mismo vivir una vida que me hiciera sentir orgulloso, y hasta ahora he cumplido mi palabra. He podido tachar varias cosas de mi lista, pero aún me faltan muchas por vivir. La vida es demasiado corta para dejar de hacer lo que amas por miedo al fracaso o al “qué dirán”. He escuchado que, al morir, la gente no se arrepiente de lo que hizo, sino de lo que nunca se atrevió a hacer. Yo no quiero vivir con arrepentimientos. Prefiero intentar y fracasar todas las veces que sea necesario antes que quedarme con la duda de “qué habría pasado si lo hubiera intentado”.

Mientras finalizaba la compra del boleto, mis manos temblaban. Sentía el corazón latir con fuerza, como si me gritara que estaba a punto de hacer algo realmente importante. Porque lo era. Ese clic en “Confirmar compra” no era solo la adquisición de un pasaje de avión, era el inicio de una nueva etapa en mi vida. Un punto de no retorno, una decisión que marcaría un antes y un después.

Es curioso cómo un solo instante puede representar tanto. Un sueño que tardó años en gestarse y que, con un solo movimiento del dedo sobre el mouse, se convierte en una realidad inminente. Ese tipo de decisiones son las que definen nuestras vidas. Las que nos obligan a salir del lugar seguro, de lo que conocemos, para explorar algo totalmente nuevo y, a veces, aterrador.

No sé qué me espera en este gran viaje. Tal vez cosas maravillosas, tal vez momentos difíciles. Hablar con personas en un idioma que apenas domino, perderme en ciudades desconocidas, enfrentar días de soledad o de frustración. Pero también sé que experimentaré paisajes que nunca imaginé, probaré comidas exóticas, conoceré personas con historias fascinantes y, sobre todo, aprenderé mucho sobre mí mismo.

Siempre he creído que los sueños están para cumplirse. No para dejarlos en un cajón acumulando polvo. Si algo nos apasiona, si algo nos hace sentir vivos, debemos ir por ello. Con miedo, con dudas, con nervios. Pero ir. Porque si esperamos a que el miedo desaparezca por completo, nunca daremos el primer paso.

Así que, si estás leyendo esto y tienes un sueño que has estado postergando, por favor, no lo olvides. Persíguelo. Esfuérzate por hacerlo realidad. No dejes que el miedo te paralice, porque la vida sigue su curso y el tiempo nunca se detiene. Atrévete a dar ese primer paso. Porque al final, lo único que nos queda son las historias que vivimos y los sueños que nos atrevimos a seguir.

Este viaje es una promesa que me hice a mí mismo hace mucho tiempo. Y hoy, con boleto en mano, sé que esa promesa está a punto de cumplirse.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *